martes, 29 de julio de 2014

EL AMOR POR EL FRAY MAMERTO ESQUIÚ

Asistiendo a un curso de capacitación docente en el Fray Mamerto Esquiú, la mañana fresca y soleada del sábado exigió una pausa en la reunión.
GRUPO DE MADRES
COLABORANDO CON LA ESCUELA
Fue entonces, cuando al salir al patio, me encontré con un grupo de madres perteneciente a la comisión del colegio, muy concentradas en una tarea tan simple pero que indudablemente resultaría muy loable por el sentimiento que encierra: estaban pintando las rejas de una puerta del salón. Tal vez a muchos les resulte insignificante y hasta pasase desapercibida la acción, pero me hizo sentir el calor del afecto que rodea a cada rincón de esa escuelita tan emblemática y situada en el sur de nuestra localidad, y que a lo largo del tiempo, por el sólo hecho de encontrarse en ese punto geográfico sufre el prejuicio de ser menos que los demás establecimientos educativos.

MADRES PINTANDO
Obviamente también muchos se opondrán a esta idea, pero las palabras no pueden tapar las actitudes y esa sensación que lastimosamente se siente.
Ese patio, el que me vio corretear desde mis seis a mis once años, resulta pequeño en mi mirada actual ante la inmensidad de aquellos años. El mástil, que permanece altivo e imponente me lleva a esas frías mañanas donde "Aurora" acompañaba a nuestra insignia patria elevarse por los cielos.La mole de cemento, esa torre que albergaba el tanque de agua ya no existe, pues fue demolida ante el peligro de derrumbe. Se ha tapiado el perímetro del predio donde alguna vez un alambrado no podría contener a las palomitas blancas que "cortaban camino" para llegar a tiempo a clases. La canchita de fútbol, donde muchos amigos simulaban ser Brindisi. Maradona, ha cambiado su fisonomía, y los gigantes eucaliptus ahora podados, no dan sombra a aquellos juegos de parque que se han ido hace tiempo. La campana sigue ahí, intacta y en silencio, pero invisiblemente la mano de la portera Marcela la sacude en mi recuerdo para señalar que el momento de la melancolía se ha terminado.
SE VIENEN LOS 90 AÑOS
DEL FRAY MAMERTO ESQUIÚ
Vuelvo mi mirada a esas madres, y siento admiración por ese gesto, pero a la vez comprensión: han sido ex-alumnas y saben del esfuerzo de la escuelita por ofrecer todo lo que tiene. Cosas como estas me emocionan, porque fue allí, donde aprendí lo que es la humildad. Fue allí donde supe que la soberbia es mala actitud. Fu allí donde entendí que el sacrificio tiene su premio. Fue allí, donde aquellas almas de maestras con vocación formaron y guiaron a muchos que hoy, desde su función de padres, y tal vez identificándose con mi recuerdo, le dicen a la escuelita querida: PRESENTE!...pequeñas cosas que son grandes gestos, vale la pena destacar..

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