viernes, 18 de diciembre de 2015

LA PÁGINA QUE NO DEBEMOS OLVIDAR...





Un año ha pasado. En Diciembre de 2014 me encontraba alejado de la radio en mi tarea de comunicador social y siempre hacía "zapping" para ver de qué forma los medios locales informan sobre lo que sucede en el pueblo. Es mi filosofía radial informar con seriedad y buscando las fuentes confiables para transmitir lo que la gente e instituciones de mi pueblo hacen, porque poner música lo hacen todos pero comprometerse con la sociedad muy pocos. 
Desde hacía un tiempo, escuchaba a un colega de una localidad vecina que denunciaba cosas en mi pueblo. Cosas que muchos sabían pero pocos desean cambiar (de hecho, los resultados electorales lo comprueban). En medio de esas transmisiones cargadas de ironía y burlas hacia Canals, una mañana de Diciembre, la voz desesperada de un hombre clamando por la desaparición de su hija,  llama mi atención de forma particular.
Y de pronto surge en mí la pregunta:"¿y si ése que habla soy yo?¿y si la desaparecida es mi hija?"...la angustia de ese hombre pidiendo ayuda, porque ya llevaba 20 días de la ausencia de esa madre que es requerida por sus hijitos. Sacudón en el alma. Un sentimiento de justicia empieza a generarse en mi interior y me pongo a pensar el porqué de la lentitud institucional para atender este problema que claramente lastima la conciencia social. Es una hija de Canals la que no aparece y algo hay que hacer, pero los responsables de hacerlo ponen argumentos por delante que resultan insuficientes ante la ansiedad de la familia de María Eugenia Villafañe. La mujer ha desaparecido de forma intempestiva y misterios una noche del 7 de diciembre. "Fue una camioneta blanca","seguramente fueron mas de uno", "salió a la vereda y no se supo más de ella" son los comentarios que se escuchan en el común de la gente. 
Sólo atino a reaccionar, mirando la red social donde todos exponen sus sentimientos, sus acciones y sólo unos pocos comentan sobre el episodio. Tras debatir con mi interior, de forma impulsiva tomo la decisión: HAY QUE CONVOCAR AL PUEBLO...ELLA TIENE QUE APARECER.
Mis manos escriben la convocatoria. La respuesta empieza a hacerse sentir y poco a poco quienes no se habían enterado comienzan a informarse y plegarse a la idea. El pueblo comienza a despertar, y la premisa de encontrar a María Eugenia se vuelve viral. La respuesta de las autoridades policiales provocan una emoción violenta:"se fue por sus propios medios","se la saltó la térmica y se fue...ya va a volver", "estamos trabajando, déjense de hinchar las p.... porque sino no va a aparecer" (habría respondido el comisario ante la insistencia del padre). 
Esa misma noche, una tormenta se abate sobre el pueblo. Llueve de forma persistente, pero mi intención de llevar adelante la idea no se disipa: aunque sea bajo agua y solo, la movilización hay que hacerla. Es una fecha festiva pues el año termina, pero ¿qué grado de felicidad puede haber cuando hay un hecho de estas características? hay que ser solidarios, porque a cualquiera de nosotros nos puede pasar, y el poder político no puede estar de celebraciones ante tamaña situación. Esta acción se concreta: a las 9 de la mañana, me hallo solo en el lugar convenido: Plaza Independencia. La mañana gris y fresca típica luego de un temporal, trae aire fresco. Aparece un auto, pregunta si se hace la marcha. Respondo que aunque sea solo, voy...que puede ser mi hija la desaparecida, que hay que hacer oír el pedido de justicia, que las autoridades se tienen que mover...
Llegan dos mujeres, luego una familia...poco a poco se van acercando y el medio radial se hace presente. La familia me contacta y pregunta si es necesaria su presencia, la cual considero que si, pues son los principales afectados recibiendo como respuesta la presencia del hermano de la desaparecida.
Finalmente, a las 9.35 Hs. un grupo de unas 40 personas caminamos desde Plaza Independencia, por calle Santa fe, hasta la intersección con calle Córdoba y de ahí directo al palacio municipal y la comisaría. Llevo conmigo un petitorio, que no es más ni menos que el pedido desesperado para que se pongan en marcha os mecanismos de búsqueda que hasta el momento no se habían accionado. Solamente eso. No se menciona nada más que "encontrar a María Eugenia".
En medio de la caminata, surge el nombre de un sospechoso. Es un amigo mío y no lo puedo creer (de hecho, hasta el día de hoy me resisto a creer en su acción). Pero la idea primordial es que se pongan en marcha. Que se dejen de evaluaciones y comiencen la búsqueda. Paso a paso vamos avanzando. Vecinos que nos ven pasar, se bajan de sus bicicletas, sus motos, salen de sus casas y se suman a nuestra columna que ya cuenta con más de cien personas.
Tomamos por calle Córdoba. Los bares del centro están llenos y nos miran sorprendidos caminar. Murmuran, y algunos sonríen mientras algunos pocos se levantan y nos acompañan. 
Alguien ha avisado al jefe departamental Giovannini sobre la movilización y es éste quien sale al encuentro de los vecinos, quienes increpan por la inoperancia del comisario local y dos o tres efectivos que "no han cumplido con su deber" según los familiares. Se produce un intercambio de opiniones entre la gente y el representante de la autoridad departamental y se le lee el petitorio que es firmado por los presentes.  En un sector no muy lejano, el intendente observa cómo descargan la bebida para "el baile de la calle" y se acerca para interiorizarse sobre lo que está ocurriendo. El comisario recibe en su despacho al hermano y a mi, expresando con lágrimas en sus ojos que se hará lo imposible por hallar a María Eugenia. Vuelve a leer el petitorio, lo firma y sella. Comenta que es necesario ese escrito para movilizar a la fiscal y por su intermedio a los organismos provinciales, en función de lograr encontrar a María Eugenia.  Salimos de la reunión y vemos a un gran número de los presentes pidiendo al Intendente Peiretti que desista de la idea de realizar el baile, respetando el dolor por la situación que se vive, y la respuesta es "hay mucha gente que quiere la fiesta, lo voy a hablar con mi equipo..." y el griterío obliga al mandatario a tomar la decisión de  suspender el evento.
Lo que vino después, fue la imagen de un pueblo que despierta ante un hecho desesperante y se une por una causa común. La reacción de las autoridades políticas y policiales fue tardía y en algunos aspectos demasiada pasiva. La presencia del gobernador hizo que en 24 horas apareciera María Eugenia con la tristeza de un final que no queríamos, y la pena por sus pequeños sin mamá.

Si me preguntan qué pienso, les digo que jamás me arrepiento de lo que hice. Creo que siempre hay que meterse en la piel del otro. De actuar cuando se tiene que hacerlo y de pensar por sí mismos, y comprometernos con las causas justas. Lo acontecido en Canals fue tristemente histórico (como lo fue el caso Cocordano). Lo lamentable es la falta de reacción por parte de quienes están al frente de las instituciones y el resultado de lo vivido es la prueba más fehaciente. (se actuó de forma ineficaz, señaló una concejal)
En el aire quedan muchas cosas que se vivieron en el momento, con el sabor amargo del final jamás deseado y las consecuencias de estúpidos intereses políticos después. Hoy ya se cumple un año...no debemos olvidar, aunque la amnesia de este pueblo es preocupante. Jamás se debe borrar de nuestras memorias lo sucedido y exigir a quienes nos deben cuidar, que están ahí para cumplir con su función de forma decorosa. El pueblo se levantó, sigamos manteniéndolo en pie...de nosotros depende....

MARIA EUGENIA..¡¡PRESENTE!!






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